Utopía: el fundamento de nuestra esperanza y compromiso
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Utopía: el fundamento de nuestra esperanza y compromiso

La utopía humanista cristiana tiene vocación de libertad, encuentro plural, dialogante y abierto a otras sensibilidades y corrientes de pensamiento y acción. Con el objetivo de descubrir lo más plenamente humano, se repasan a continuación algunas pistas sobre la utopía en la praxis comunitaria, social y política del humanismo cristiano, es decir, en nuestra fuente de identidad.

Dicen que se fue,
dicen que está acá,
dicen que se ha muerto,
dicen que volverá…
“Aquello” (Jaime Roos)

Esos versos de la canción de Jaime Roos se “grafitearon” en mi cerebro cuando intentaba comenzar a escribir esta nota, y de alguna manera anticipaban algunas valoraciones contemporáneas que hoy se hacen sobre la utopía y su vigencia en los tiempos que corren.

Nuestra vida cotidiana está plagada de llamadas a la satisfacción inmediata de nuestros deseos, al realismo conformista, al ombliguismo, a los yo-ismos. Son muchas las convocatorias a la privatización de la felicidad como un conjunto de amenities de uso personal y exclusivo. Ello resulta, entre otros factores, de la dinámica avasallante del mercado como estimulante de nuestros deseos, generador de nuestras necesidades y organizador de nuestra vida.

Desde hace bastante tiempo los aires supuestamente posmodernos y las pretensiones des-ideologizantes nos han querido hacer creer que es estéril y vano todo intento por vivir con una perspectiva de anhelo y compromiso con un mundo mejor para todos.

Desde la identidad cristiana, ello supondría renegar y renunciar a la promesa de una vida de comunión humana y plenitud en Dios (en clave de fe religiosa) o a la expectativa de una vida de comunión humana y valores (en clave de fe antropológica). Desde nuestro compromiso e ideología humanista cristiana, esto sería abdicar de nuestro proyecto de libertad, justicia social y solidaridad.

Así, fe e ideología, en tanto dos categorías diferentes, constituyen “los dos polos de la existencia humana” tal como lo definió Juan Luis Segundo en 1974: “Fe (sea antropológica o sea religiosa) e ideología no se identifican, pero son inseparables. La fe dice una mayor relación a la meta; la ideología, al instrumento para llegar ella. Nadie puede vivir sin las dos. Son polos de la existencia humana por donde hay que resolver la problemática que se plantea a los hombres (y mujeres, agregamos hoy)”.

J. L. Segundo plantea la fe como el sentido último y la ideología como los medios que procuran la eficacia: “Eficacia y significación se distinguen, pero inseparablemente se implican y mutuamente se influyen en la búsqueda de la realización del hombre (la Humanidad)”.

Más concretamente, no se trata sólo de ideas o especulaciones sino de actitudes y comportamientos: el individualismo intrínseco a la cultura consumista y pragmática del capitalismo rampante se nos mete por los poros y comienza a horadar nuestras convicciones de fraternidad y a inhibir nuestra voluntad de salir de nuestro ego, y de nuestras “cuatro paredes” de comodidad.

Por ello, nos encontramos en una batalla cultural, ética, política y espiritual permanente, en la que todo nuestro ser y hacer se tensa y cuestiona.

Cantamos porque el sol nos reconoce
Y porque el campo huele a primavera
Y porque en este tallo, en aquel fruto
Cada pregunta tiene su respuesta
Cantamos porque llueve sobre el surco
Y somos militantes de la vida
Y porque no podemos ni queremos
Dejar que la canción se haga ceniza.
"Por qué cantamos" (Mario Benedetti)

Utopía o por qué cantamos

Entendemos la utopía como el sentido último de la existencia humana, como el horizonte de sentido de todos los esfuerzos de transformación social. Constituye la perspectiva trascendente de todos nuestros anhelos y esfuerzos. No como etapa post-histórica sino como plenitud histórica y realización plena. Otro modo de decirlo: la utopía hace referencia a la realización plena de nuestros mejores anhelos.

Desde la perspectiva cristiana la utopía no es exclusivamente una construcción humana sino la Promesa anunciada por Dios (el Reinado de Dios) como comunión plena de toda la humanidad y de toda ella con Dios. Es una comunión que resulta de la gratuidad de Dios y del compromiso humano en la historia, como encuentro pleno y en plenitud.

Esta perspectiva utópica forma parte de nuestra comprensión del ser humano, es decir de nuestra visión trascendente. La utopía es inherente al ser humano (como condición antropológica) y es inherente a la historia (condición filosófico-histórica). Representa una dimensión fundamental de la fe humana: ya sea como fe religiosa (trascendente, vinculada a Dios y su promesa que compromete nuestra praxis y nuestra ética) o como fe antropológica (ética, laica, vinculada a ciertos valores y principios de praxis humana).

Cabe decir que nuestra fuente es trascendente. Pero esa fuente y vocación quiere ser Buena Noticia universal, ecuménica, para todas las mujeres y todos los hombres, y para todas las culturas. En consecuencia, quiere sintonizar y hacerse comprensible y vivible per tutti, procurando encontrar una comprensión y cuidado compartido de todo lo humano. De allí que el diálogo sea parte fundamental de esta dinámica utópica.

En síntesis: la perspectiva humanista cristiana quiere traducirse en criterios, valores seculares y significativos para la humanidad toda, respetando obviamente la diversidad de filosofías y convicciones, expresión cabal del pluralismo genuino. A eso nos refiere la expresión clásica de “inculturación de la fe/ identidad cristiana”: la identidad cristiana está llamada a expresarse en códigos comprensibles para la cultura contemporánea, sin perder su esencia y procurando enriquecer y preñar de sentido la convivencia y la vida que compartimos con nuestros conciudadanos y vecinos. Y concomitantemente la perspectiva cristiana tiene legítimas expectativas de “evangelización de la cultura”, en el sentido de compartir su fuente de sentido y sabiduría, para hacer más plena la vida personal y social, y más vivible la Casa Común que hemos heredado y habitamos.

Nuestra utopía humanista cristiana tiene vocación de libertad, encuentro plural, dialogante, y abierto a otras sensibilidades y corrientes de pensamiento y acción, para juntos descubrir lo más plenamente humano.

Utopía, “ya sí pero todavía no”: escatológica, histórica y germinal

Pero la perspectiva cristiana de la utopía tiene una triple condición: por un lado se trata de una perspectiva final, escatológica, relativa a los últimos tiempos, al futuro lejano, por aquello de que somos seres con limitaciones y vivimos en un mundo condicionado por múltiples factores que hacen que la plenitud sea siempre algo inalcanzado.

Por otro lado, simultánea y complementariamente la utopía está ya presente, en el aquí y ahora, de manera germinal, haciéndose realidad hoy. No quiere ser simplemente un sueño, o lo que es peor, una fantasía irreal. Nuestra utopía quiere plasmarse en la realidad, ser en la historia… De hecho, lo mejor de nuestro mundo de hoy es fruto de utopías anteriores, de sueños y proyectos de humanización cuajados en siglos y años pasados. Más aún: son el fruto de vidas y compromisos de personas y comunidades que generosamente lograron hacer realidad y plasmar deseos profundos y auténticos de mayor humanidad y dignidad.

Pablo de Tarso, el San Pablo de los cristianos, lo resumió así: “ya sí, pero todavía no”. Es decir, la utopía a) ya está presente en nuestra historia como experiencia concreta y real, como sedimento y logros alcanzados; b) aún no se realiza ni manifiesta de manera total y acabada, por las limitaciones y condicionantes de nuestra existencia

Bibliografía

Segundo, Juan Luis. (1974). Fe e Ideología, en Perspectivas de Diálogo, pp.227 A 233. Año IX N° 88. Montevideo.

Segundo, Juan Luis. (1982) El hombre de hoy ante Jesús de Nazaret, Vol. 1. Madrid. Ed. Cristiandad.

González Buelta, Benjamín (2009) Ver o perecer. Místicas de ojos abiertos. Madrid. Ed. Sal Terrae.

González Buelta, Benjamín (2010) Ver o perecer. Tiempo de crear. Polaridades evangélicas. Madrid. Ed. Sal Terrae.

Bloch, Ernst. (1959) El principio esperanza. Vol, 1, 2, 3. Madrid. Ed. Trotta, 2007.

Agradecimiento: a los compañeros y compañeras del Grupo institucional de Trabajo sobre “Pensamiento, acción y Utopía Humanista Cristiana” del Instituto por los aportes y las reflexiones compartidas.