Innovación: historia, trayectorias y desafíos
Se trata de activar redes de información y conocimiento que permitan crear un sistema alimentario sostenible. Donde lo agropecuario, el ambiente y la alimentación tienen que abordarse integralmente, en clave de desarrollo, inclusión y captura de valor
Una mirada histórica nos permite apreciar que la innovación como concepto ha variado a lo largo del tiempo sin un significado único y unívoco, dado que en su interior coexisten diversas miradas y cada sociedad y contexto histórico resalta especialmente algunas y deja de lado otras.
“El término latino ‘innovatio’ apareció en el siglo IV de nuestra era en el contexto religioso de la Vulgata. En ese contexto, la innovación, desde el punto de vista cristiano, tenía connotaciones positivas, referidas a la renovación espiritual. Con el paso de los siglos, el significado de innovación cambió. En la década de 1630, el concepto ya se había incorporado al discurso cotidiano”, asegura Godin (Benoit, no Diego).
El autor comenta que, desde el punto de vista conservador de las autoridades políticas y religiosas, los innovadores equivalían a herejes y enemigos del Estado. “En Inglaterra, por ejemplo, los reyes Jacobo I y Carlos I acusaron a los innovadores de impíos y de traer ultrajes y estragos al reino. La innovación era entonces política y estaba prohibida. A lo largo del siglo XIX, el concepto de innovación experimentó un tercer cambio importante, cuando se convirtió en una de las metáforas de la modernidad, permitiendo a la gente hablar de temas políticos, sociales y del progreso material. Durante el siglo XX, un cuarto cambio asoció el concepto de innovación a un instrumento económico, definido en términos de comercialización de invenciones: la introducción de nuevas mercancías al mercado”, afirma Benoit.
La bioeconomía circular habla de coproductos más que de residuos o desechos
Finalmente, “durante las últimas dos décadas, la innovación dio lugar a una serie de nuevos términos que llamó ‘innovación X’: innovación social, innovación responsable, innovación sostenible, innovación abierta, etc. Estos términos son contestatarios al término de innovación tecnológica, hegemónico en el discurso público”, expresa.
Con este breve recorrido histórico vemos que el concepto de innovación ha tenido una trayectoria de acuerdo con los énfasis de cada momento histórico enfocándose a fin del siglo XX y comienzos del XXI sobre todo en los aspectos económicos a partir de “invenciones rentables”.
Recientemente en Uruguay, el querido Ricardo Pascale (2023) afirmaba: “Entiendo por innovación la generación de nuevas ideas a partir del conocimiento y que la aplicación de las mismas sea exitosa en términos de la creación de valor. Cuatro aspectos son, pues, relevantes en esta aproximación: la existencia de la nueva idea, el conocimiento, la aplicación de las ideas y el valor que las mismas aporten”.
Entretanto, también identifica “tres obstáculos culturales a la innovación: la aversión al riesgo, la débil atención a la demanda y las mentalidades aisladas o silos. Eliminarlos ya no es opcional”. Una afirmación que alerta y anticipa elementos a tener en cuenta en las discusiones sobre las políticas futuras.
La innovación no es un proceso neutro. Está atravesada por conflictos y negociaciones entre actores con diversos intereses y valores
Generaciones de Políticas de I+D+I
Hoy día, se considera que estamos en un escenario de políticas de investigación + desarrollo + innovación (I+D+I) de tercera generación. Siguiendo la literatura sobre el tema, la primera se basaba en el modelo lineal, poniendo énfasis en la inversión en ciencia, sobre todo básica. Luego vino el tiempo del sistema de innovación destacando el rol de la demanda, sobre todo privada. Actualmente, la tercera generación plantea, según Erik Arnold, la existencia de problemas complejos que requieren la participación de diversos actores públicos y privados con intereses, valores y culturas diferentes. En este escenario, se habla de políticas transformativas y la direccionalidad de los sistemas de innovación se debate con la formulación de nuevas y necesarias preguntas: ¿para qué innovar? ¿quién se beneficia? ¿qué impactos positivos y negativos genera? ¿quiénes participan en el diseño, implementación y evaluación de las políticas de I+D+I ?
Un abordaje también interesante lo aporta Adrián Gargicevich, quién afirma que más que hablar de sistemas de innovación deberíamos hablar de la innovación como un emergente de redes de información y conocimiento que se activan en relación con la resolución de problemas. Los institutos de investigación y los actores públicos tienen el desafío de conocer esas redes y tratar de influenciar en los procesos contribuyendo a la solución de los problemas que las motorizan.
Los actores que nos movemos en institutos de investigación vinculados al agro tenemos en el “para qué innovar” el desarrollo y la contribución a la creación de un sistema alimentario sostenible como norte. Otro concepto polisémico se pone en juego aquí: desarrollo. Elegimos apoyarnos en la definición de Burgos y Sabbatella, en tanto afirman que este consiste en “el bienestar del ser humano en comunidad con sus pares y con el medio natural en el que habita y al que pertenece”. Por otro lado, los sistemas alimentarios sostenibles son definidos por el Instituto Iberoamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) como “aquel que garantiza la seguridad alimentaria en un marco de calidad, inocuidad, respeto al medio ambiente y nutrición para todos, de forma que no comprometa las bases económicas, sociales y ambientales para las futuras generaciones”.
En síntesis: se trata de activar redes de información y conocimiento que permitan crear un sistema alimentario sostenible. Donde lo agropecuario, el ambiente y la alimentación tienen que abordarse integralmente, en clave de desarrollo, inclusión y captura de valor.
Los retos del Uruguay
Tenemos tres retos: generación de riqueza, agregando y capturando valor y diversificando la matriz productiva; reducir la desigualdad y ampliar la inclusión social; y reducir impacto y regenerar en clave ambiental.
Para ese desarrollo que promueva un sistema alimentario sostenible y aborde los tres retos planteados, no existe una trayectoria única de innovación. Existen múltiples trayectorias, con diversas combinaciones y seguramente con nuevos caminos hoy no considerados.
Se puede destacar la intensificación sostenible, que promueve producir más con un uso más eficiente de los recursos utilizando, para ello, las biotecnologías modernas (relacionadas a lo animal, vegetal y microbiano), tecnologías digitales (agricultura y ganadería de precisión) y el riego, entre otras tecnologías a potenciar.
Otra trayectoria de transiciones agroecológicas promueven la diversificación de los sistemas de producción, combinando producción vegetal y animal, y la sustitución de soluciones agroquímicas por biológicas (uso de feromonas, controladores biológicos, cepas fijadoras de nitrógeno o solubilizadoras de fósforo). Expertos como Goulet y Vinck afirman que actualmente muchas innovaciones, más que incorporar tecnologías “se hacen sin o con menos“ incorporación de tecnologías, por ejemplo, no usando o usando menos agroquímicos, antibióticos, arado (siembra directa), etc.
Finalmente, lo que aporta el enfoque de la bioeconomía circular, donde ya se habla de coproductos más que de residuos o desechos y se busca producir no sólo alimentos, sino también energía, cosméticos, biomateriales y bionegocios basados en diversas soluciones tecnológicas.
La innovación y las posibles trayectorias no son procesos neutros. Por el contrario, están atravesados por conflictos y negociaciones entre actores con diversos intereses y valores. Todos aquellos que participamos de estos procesos, desde el ámbito público y privado, debiéramos tener presente: ¿quiénes participan y quiénes son afectados por estos procesos? ¿cómo incide en relación a la desigualdad social y territorial y a la inclusión social? ¿qué impacto ambiental o regenerativo genera? ¿qué capacidades científicas, tecnológicas y empresariales genera en Uruguay, con actores nacionales y/o generando colaboraciones con socios del mundo que agreguen valor y las potencien?
Tenemos enormes oportunidades que requieren políticas de ciencia, tecnología e innovación rigurosas, con acuerdos amplios y de mediano-largo plazo, evitando el tecno-optimismo acrítico así como el catastrofismo paralizante.
BIBLIOGRAFÍA
Arnold, E. (2023). Curso sobre políticas de ciencia, tecnología e innovación. Manchester Institute of Innovation Research.
Burgos, M. y Sabbatella, I. (2023). Desarrollo y ambiente. Ediciones del CCC.
Gargicevich, A. (2023). Y si la innovación es un emergente sistémico? Análisis alternativo y complementario para potenciar las innovaciones. https://redextensionrural.blogspot.com/2019/09/y-si-la-innovacion-es-un-emergente.html
Godin, B., & Ufer, U. (2018). The history and politics of innovation. TATuP - Zeitschrift für Technikfolgenabschätzung in Theorie und Praxis / Journal for Technology Assessment in Theory and Practice, 27(1), 60-63. https:// doi.org/10.14512/tatup.27.1.60
Goulet, F. and Vinck, D. (2023) New Horizons for Innovation Studies. Edward Elgar Publishing Limited.
IICA (2021): https://blog.iica.int/blog/los-sistemas-agroalimentarios-foco-accion-los-organismos-internacionales. Instituto Iberoamericano de Cooperación para la Agricultura
Pascale, R (2023). El Uruguay que nos debemos. Editorial Planeta S.A.